
En las últimas décadas las t-shirt han conseguido trascender su estatus de camiseta interior y se ha convertido en un objeto fetiche, que tiene el poder de solucionar un look sin encanto y elevarlo a un outfit digno de Instagram.

La prenda fue una evolución lógica de los long johns, unos trajes enteros de algodón que usaban los hombres como ropa interior durante el siglo XIX, y que se componían de unos calzoncillos y una camiseta de manga larga.
En 1904 la compañía Cooper Underwear quiso mejorar la idea y presentó un producto solo para “hombres solteros”.
El anuncio estaba protagonizado por un señor que se mostraba contrariado porque los botones que cerraban su camisa se habían caído, y él no había tenído otro remedio que recurrir a cerrarla con imperdibles; en el dibujo de al lado, el señor fumaba un puro al mismo tiempo que disfrutaba de la hechura de una camiseta lisa, y que después se podría sacar por la cabeza.
El eslogan reforzaba la idea: “Sin imperdibles, ni botones, ni agujas, ni hilo”.

Al ejército le pareció perfecto y en 1913 la marina estadounidense decretó que el uniforme oficial reglamentario incluyese una de estas prendas. Los hombres que se alistaban se las ponían bajo sus uniformes para enfrentar su día a día porque resultaban cómodas y agradables.
En el verano de 1938, la compañía Sears fue la primera en comercializarla bajo el nombre de Gob, una manera coloquial con la que los estadounidenses se referían a los soldados de la marina.
“Llévala como una camiseta exterior para practicar deporte o estar relajado, o como una camiseta interior: es práctica y apropiada de cualquier forma ”.
Poco más tarde, otras marcas conocidas como Fruit of the Loom o Hanes empezaron a venderlas.
En 1941 Sears fue un paso más allá y sentó las bases de lo que más tarde para la gente supondría la prenda con el lema: “No tienes que ser un soldado para tener tu propia camiseta ”.
Pero no fue hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial cuando el ejército estadounidense hizo un uso masivo de ellas: cuando los militares que habían participado en la contienda volvieron a casa transformaron su uniforme en su ropa cotidiana.

En 1951 Marlon Brando presumió en Un tranvía llamado deseo la camiseta blanca y brazos musculosos. Dos años más tarde el actor repitió con Salvaje, y nos dejó una de las instantáneas cinematográficas más recordadas de todos los tiempos.
Su influjo se sintió décadas más tarde en la cinta Badlands, en la que Martin Sheen interpretaba a un inadaptado que no vestía otra cosa.

Hollywood dictaba las tendencias y los jóvenes estadounidenses celebraron esta como ninguna otra: había llegado a sus vidas la liberación que supone poder llevar camiseta de manera habitual y en la calle, aunque tendrían que pasar décadas hasta que la prenda se convirtiese en un producto de masas.
Según el Oxford English Dictionary, el primero en usar la palabra ‘t-shirt’ fue Scott Fitzgerald en su novela A este lado del paraíso, publicada en 1920. La forma en T de la camiseta fue lo que llevó al escritor a bautizarla de esta manera.
A partir de los años sesenta la camiseta empezó a ser customizada por muchos de sus usuarios, dando pie a una libertad creativa que seguimos aprovechando en la actualidad.

Experimento el mundo y AMO! hacerlo a mi manera….