Décadas de experiencia bajo la consola, otros tantos en producción, grandes aportaciones, en muchos sentidos; al mundo de la música electrónica estas, y por muchas razones más, no se podía esperar menos en una noche en la que, quien tuviera el control de la consola fuera el británico Alexander Paul Coe para poner al público tapatío y al rededores a bailar durante horas, la noche del 17 de octubre en Bismarck.

Bajo la energía rítmica que transmiten los BPM, SASHA, como uno de los grandes influyentes en el mundo de la música electrónica, ha sabido ganarse a todo el público que le ha seguido por años y a su vez acaparar a nuevos escuchas.

Sé sabe que para llegar historiadamente a donde se encuentra ahora, durante su carrera tuvieron que anteponerse situaciones adversas, mismas que debieron formarle como el gran artista que hoy todos conocemos (como todo en la vida, siempre) que por ello ha demostrado ser quien es en el mundo musical.

3 apagones, sin compañía visual y de iluminación, y aún así ni quien parara a los asistentes de bailar bajo el control de sus mezclas; pues importaba más la música, cómo él hacía magia en las consolas y mixer,  para darle al público razón suficiente para no detenerse.

Que sí, siguieron inconvenientes pero el poder que tiene de convertir lo que toca en joya musical y energía para saber que solo en ese momento “Bailamos, escuchamos y mientras, olvidamos”, y tener claro que lo único que importaba y teníamos como garantía era ese momento y que podíamos aprender y poner en practica este proceso como lección de vida.

“La música es intangible, existe solo en el momento en el que es aprehendida, pero aún así puede alterar profundamente nuestra manera de ver el mundo y nuestro lugar en él” (Byrne, 2012, p.9).

Tal cual Sasha, vino a mostrar esa noche todo lo increíble que se puede hacer con la música y lo que por sí misma puede lograr, poniendo bajo control las cosas que parecían salirse de control, todo esto sin planearlo.