Existen ocasiones donde la belleza y el genio se combinan formando creaciones sin precedentes. La hermosa actriz Hollywoodense Hedy Lamarr es uno de esos ejemplos donde la naturaleza ha juntado un amplio numero de cualidades en un solo ente.

Hedy Lamarr fue una actriz dotada de una extraordinaria belleza que reinó en el olimpo del Hollywood dorado. Poseía un glamour que todos admiraban, aunque este eclipsó sus otras facetas más desconocidas. Y es que la artista no solo fue una sex symbol, sino que fue dueña de una mente privilegiada y la autora de un sistema de comunicaciones en el que se basan todas las tecnologías existentes en la actualidad. Se podría decir que es la precursora del actual WIFI y Bluetooth.

Hedy Lamarr nació un 9 de noviembre del año 1914, su nombre real es Hedwig Eva Maria Keisler. Fue la única hija de un banquero de Lemberg y una pianista de Budapest que aún siendo de origen judío, se habían criado en el catolicismo. En el colegio, destacó por su brillantez intelectual siendo considerada por sus profesores como superdotada. En casa, creció escuchando las interpretaciones de su madre al piano, desde pequeña, tocó este instrumento a la perfección. Pronto comenzó a tomar clases de interpretación y, aunque comenzó a estudiar la carrera de Ingeniería con solo 16 años lo cual decidió dejar para cumplior sus sueños de ser actriz. Fue a sus 17 años cuando consiguió sus primeros papeles pequeños en producciones de cine rodadas en Berlín, decidió volcarse por completo en su carrera de actriz, en la que al principio utilizó su nombre real, Kiesler.

En 1933, cuando tenía 18 años, participó en el filme checoslovaco ‘Éxtasis’, muy rompedor para su época, que le proporcionó fama internacional por unos planos en los que aparece corriendo completamente desnuda por un bosque y nadando en un lago.

Para ese entonces había contraído matrimonio con el que fue su primer esposo Friedrich Mandl, el cual por celos e inseguridades decidió retener a la actriz en una de sus mansiones e intento comprar todas las grabaciones que habían a la venta del filme Éxtasis para que nadie pudiera ver a su mujer desnuda. Esto causo una gran molestia para la actriz la cual decidió contratar una sirvienta demasiado parecida a ella para organizar un plan de escape el cual fue todo un éxito y sin más se llevo consigo una bolsa llena de diamantes, oro y otras piedras hermosas del que fue su cónyuge.

Sin embargo no fue la única escena polémica que hubo en ese filme, realizó otra escen en la que se ve su rostro en primer plano mientras interpreta un orgasmo, esta er la primera

vez que se mostraba el orgasmo femenino en el cine. En realidad, según declaró la actriz, los planos de ella sin ropa habían sido tomados por el director con un teleobjetivo, algo para lo que Hedy no había dado su consentimiento, ya que el realizador le había asegurado que se la vería borrosa por la distancia. Y, en la escena del orgasmo, sus muecas se debían a que alguien del equipo le estaba clavando un alfiler. La cinta se hizo rápidamente famosa.

En 1940, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, se enteró de que el Gobierno estadounidense, como ocurría en otros países, no quería desarrollar misiles teledirigidos por radio una tecnología puntera en aquella época por miedo a que las señales pudieran ser interferidas fácilmente por el enemigo y este desviara los misiles o incluso los volviera en su contra. Así Hedy Lamarr decidió poner sus conocimientos científicos al servicio de Estados Unidos e inventar una señal de radio que saltara de frecuencia, de modo que no pudiera ser rastreada ni bloqueada de esta manera nació lo que hoy en día conocemos como Bluetooth, Wifi y otras conexiones inalámbricas utilizadas en la época moderna

Como casi todas las mujeres extraordinarias de la historia Hedy Lmarr no fue reconocida por su inventó en el área de telecomunicaciones, fue hasta que cumplió 80 años cuando se le otorgo el reconocimiento dándole el premio Electronic Frontier Foundation Pioneer Award junto con una gran cantidad de dinero por su gran descubrimiento y su notable patente. Su historia acabó el 19 de enero de 2000 en Caselberry. Como última voluntad pidió que parte de sus cenizas se esparcieran por los bosques de Viena, cerca de su casa natal. Finalmente, catorce años después de su muerte, el pasado 7 de noviembre, recibió su merecido homenaje en Viena.